Es muy frecuente confundir hambre con apetito, pero en realidad son conceptos diferentes, que nos llevan justamente a satisfacer necesidades diferentes.
El hambre es el instinto que impulsa a comer para cumplir con la necesidad básica de la vida: nutrirnos y asegurar energía, que el organismo necesita para su supervivencia. Es un requerimiento biológico.
El apetito implica el deseo de comer por placer, sin hambre, producto de estímulos tanto externos como internos.
Los estímulos externos pueden ser: ver u oler comidas apetitosas, una publicidad, comer por costumbre, eventos sociales, comer las sobras, comer a altas horas luego de salir, las vacaciones, el clima entre otros.
Los estímulos internos incluyen al cansancio, la sed, el síndrome premenstrual, dolor o malestar, ansiedad, aburrimiento, tristeza, depresión, soledad, alegría, estrés etc.
Es importante reconocer la necesidad real que tenemos, a fin de controlar comer en exceso.
Alimentarnos con conciencia, significa utilizar nuestra sabiduría para elegir lo que más nos conviene.
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